Don Antonio Fernández Díaz, Fosforito, nace en Puente Genil (Córdoba) el 3 de agosto de 1932.
Con apenas seis años hace su primera incursión en el cante, y tras este arranque afortunado, inicia sus primeros pasos artísticos, asistiendo unas veces como oyente de los grandes maestros, a quien admira e imita en estos prolegómenos, y otras como ejecutante ya, en ferias y reuniones. Así empieza su periplo por tierras de Andalucía, que más tarde, extiende a toda España y posteriormente a Oriente, África y América y otros lugares del mundo, surgiendo la gran figura que hoy representa en el mundo del arte flamenco.
Asistió como cantaor a la Feria Mundial de Nueva York formando parte del espectáculo encabezado por Manuela Vargas, viajó durante varios meses por todo el Oriente próximo.
Fosforito ha participado en la casi totalidad de los festivales veraniegos que se celebran en España, junto a las más importantes figuras del cante, del baile y del toque de guitarra y ha participado en distintas compañías con la que ha recorrido los cinco continentes.
Posee todos los galardones más importantes del cante flamenco: Premio Nacional del Cante de la Cátedra de Flamencología de Jerez (1968), II Compás del Cante (1985), Premio Pastora Pavón (1999)...Pertenece a la Sociedad General de Autores de España desde hace algo más de 50 años, teniendo registradas casi quinientas obras a su nombre, compuestas para su amplia discografía y la de otros interpretes, habiendo sacado al mercado alrededor de 40 discos.
El 11 de octubre de 2005 en un solemne acto celebrado en el Teatro Municipal Miguel de Cervantes de Málaga, el presidente de la Junta de Andalucía le hizo entrega de la Medalla de Oro del Cante, y el 28 de febrero de 2006 le fue concedida la medalla de Andalucía, en el teatro Maestranza de Sevilla.
Su amplitud tonal, apoyada por una expresividad entonativa y un juego de matices sólo al alcance de unos privilegiados, y así como su timbre de voz, le han permitido dominar y llevar a su perfección un amplio abanico de palos flamencos, que ningún cantaor ha podido igualar.
Este mito del flamenco, este gigante de las noches de luna y guitarra, del quejío y de la calma serena de mi tierra, merece el mayor de mis reconocimientos.
Debido a su edad, que en todos hace mella, pero aún respetándole esa dulzura de voz maravillosa, se prodiga poco en galas y festivales. Mi consejo es que aquel que pudiere, no dude ni un momento en asistir a ver y a escuchar al Maestro de maestros, Don Antonio Fernández Díaz, Fosforito.
